jueves, 6 de octubre de 2011

Los movimientos dejan de ser pesados y comienzan en fluir deslizados desde la primer tecla de mis nervios…
los movimientos ahora conjugados parecen seguir el despliegue inalcanzable de la música que es tango…
Un compañero ya  no es un uno… ahora es mi volante, mi ritmo, mi cadencia…

Y el piso ya no estable, se acaricia como pies descalzos aprendiendo a caminar...


Ahora, el espacio trasformado, deviene farolito de calles empedradas...

Ahora, giro en un equilibrio de dos y la calesita me devuelve una infancia

y me enrosco entre las piernas y los acordes envuelven  mis oídos    

Y esa cosita en el aire que suena de fondo, que es bandoneón y orquesta, permite que lo imposible en mi, se haga humo.